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La Real Fábrica de Cera fue concebida por la Reina Isabel de Farnesio, su intención era crear la Fábrica en la Granja de Segovia dentro de los Reales Sitios, pero la subida al trono de su hijo Carlos III cambio sus planes.

Carlos III ordena fundar la Fábrica de Cera en 1788, casi 22 años después de la idea original.
La localización será la calle de la Palma en Madrid, en lo que en aquellos tiempos eran las afueras de la ciudad.



Carlos III mando traer los mejores artesanos de Europa para su puesta en marcha pero no será hasta 1801 que se permite al mercado general acceder a sus productos, tras esa fecha la Fábrica logra rápidamente fama internacional y un reconocido prestigio.

Con el paso de unos pocos años la frase firmar "a la luz de la Palma” se convirtió en sinónimo de oficializar alianzas o contratos.

La invasión francesa y la consiguiente guerra de independencia supusieron un gran daño para la fábrica con el colofón
del completo saqueo por parte de las tropas francesas en su retirada.

Fernando VII una vez consolidado en el poder retomo la producción pero su viuda ordena el cierre en 1834.
La iluminación a gas se imponía en los grandes interiores.


Se liquido en subasta pública y parecía entonces que casi un siglo de saber artesano se perdería definitivamente, pero por suerte para la tradición el comerciante Federico Carducho Ponce, adquirió los restos y decidió conservar la producción en mucho menor escala pero con la misma calidad y buen hacer manteniendo el sello de Real oficio de Cerería La Palma.


La Fabrica de Cera de la Palma continuo su producción hasta 1918 año en que la electricidad convirtió en anecdótico el uso de velas.



Los restos de la fábrica, su libro de recetas para velas de aceite, de ballena, cera real, cera de hollín, etc. y parte de los escudilles de bronce y latón usados en su época, languidecieron durante casi 90 años, hasta que Miguel García Balmori, tataranieto de Carducho Ponce en unión de un grupo de colaboradores decidió volver a dar luz a la Palma.

Han sido cinco años de duro trabajo para recuperar la gloria de casi III siglos de Luz pero merece la pena y esperamos contar con la colaboración de los nombres más importantes del diseño y la creatividad española, tal y como ocurrió durante el siglo XVIII



 
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